Aseguraron que las últimas crecidas dejaron la pérdida definitiva de más de una docena de infraestructuras, sobre todo escuelas, y en menor medida centros de salud, redes eléctricas y unas trescientas viviendas
Al menos una veintena, algunas relocalizadas dos y tres veces, son las comunidades formoseñas que en las últimas cuatro décadas han quedado sepultadas por los depósitos del errático río Pilcomayo.
Esta situación se desprende de un fenómeno hídrico casi único en el mundo: el atarquinamiento, es decir, que el río se colmata con sedimentos hasta nivelar su lecho, luego se baña e incluso llega a desaparecer en algunos lugares.
El diputado provincial Roberto Vizcaíno indicó que por nombrar algunas, se cuentan misiones anglicanas como El Yuto, San Andrés, El Carmen, Pescado Negro, y poblados como El Potrillo, Santa Teresa, San Martín, María Cristina, Mistol Marcado, Tucumancito, Palmarcito, Pozo Algarrobo, El Toro, entre las poblaciones que se encuentran bajo toneladas de limo, algunas de ellas refundadas en otros sitios con posterioridad.
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