Originarias de la etnia Wichí, muchas de ellas menores de edad, residentes en la zona del paraje El Churcal, en el extremo oeste de nuestra provincia, son reclutadas para que muevan la droga depositada en el límite con Paraguay, a solo 10 kilómetros de distancia.
El trabajo lo hacen caminando desde la frontera y van dejando los paquetes por el camino en lugares predeterminados. Luego pasan las motos y terminan el trabajo trasladando la carga a los puntos de acopio o lugares de concentración: Pozo de Maza es un lugar que está bajo la lupa de las autoridades federales.
“Una moto lleva entre 40 y 70 kilos de marihuana, según la cilindrada”, precisó a La Mañana un efectivo de Gendarmería que trabaja en esa zona.
Toda la droga que se mueve en esta región de la provincia tiene como punto de confluencia la localidad de Ingeniero Juárez, pieza clave en la ruta del narcotráfico por su estratégica ubicación sobre la ruta nacional 81 y su cercanía con la provincia de Salta, en el Oeste, y la provincia de Chaco, en el Sur.
“Las originarias son mansas y discretas, le dicen lo que tienen que hacer y lo hacen sin preguntar nada. En los últimos meses denunciaron en el pueblo que muchas de estas mujeres, la mayoría menores, fueron hasta la frontera y no regresaron más”, reveló un poblador de Pozo de Maza, quien recordó cuando el año pasado hubo un corte de ruta porque no pagaban los sueldos de los empleados de la Comuna y los manifestantes coreaban al unísono: “Tienen para pagar la droga y no tienen para pagar los sueldos”.
La realidad del extremo Oeste provincial preocupa y asusta. El aumento del narcotráfico es una verdad inocultable y las autoridades actuaron en consecuencia.
Hace muy pocos días arribaron a Formosa efectivos del Ejército Argentino en el marco del Operativo Integración Norte, para colaborar con Gendarmería Nacional. Fueron destinados, en grupos de 40 hombres, a Las Lomitas, Guadalcazar e Ingeniero Juárez.