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Una familia vendió su casa y compró un "motorhome" para viajar por el mundo y al "interior de ellos mismos"

Lorena y Eduardo, acompañados de Marietta, Manuel, Sophy, Sol e Irene, hace dos años emprendieron una aventura que los llevó a sumar amistades, conocimientos y la posibilidad de explorar nuevos lugares, lejos del estrés y del apego a lo material



* Por Valeria Díaz de Vivar, periodista. 
* Gustavo Aguirre, reportero gráfico.




El matrimonio de Lorena y Eduardo, junto a cinco de sus seis hijos, más su perro Stich, son una familia que transcurre sus días en "libertad", en un "motorhome", un colectivo de 10 metros de largo adaptado especialmente para que sea su casa móvil durante muchos años. Recorren la naturaleza por ruta y fuera de ella. Generan amistades y comparten anécdotas en cada parada. Días atrás llegaron a Formosa y quedaron maravillados por su paisaje y su gente.

Ellos están viviendo "su gran aventura", viajando por el mundo y al interior de ellos mismos, visitando tierras extrañas, parajes vírgenes, grandes ciudades y pequeños pueblos. En Historias de Vida de esta semana, te invitamos a dar una vuelta con ellos: los Pedrazza, "la familia rodante".

Eduardo Pedrazza y Lorena Leiva se conocieron cuando eran adolescentes, en Salta. Se pusieron de novios y a medida que se descubrieron, encontraron que tenían en común la misma filosofía de vida. Durante cinco años vivieron días intensos, de viajes como mochileros y ambiciosos proyectos. Luego llegó Miguel, el primero de sus hijos, que hoy trabaja en España. Tener un bebé los llevó a "sentar cabeza", se establecieron en Salta y compraron una casa. Con la crisis de 2001 se arriesgaron a viajar a España para buscar trabajo. Allí hicieron unos pesos para pagar la deuda que tenía su casa en Argentina y también recibieron a su segunda hija, Marietta (15).

Retornaron a su ciudad, pagaron sus deudas y comenzaron de nuevo. Años después tuvieron más hijos: Manuel (13), Sophy (10), Sol (7) e Irene (3). Sin embargo, esa "llamita" que les demandaba vivir una vida "diferente", lejos del estrés, de lo tradicional y lo material, continuaba encendida.

Aventura

Entre 2010 y 2012 surgió la idea de viajar por el país con la familia. Recién en 2017 se reunieron en familia y decidieron vender la casa para comprar el "motorhome", que con el tiempo recibió el nombre "El Quirquincho", en honor al primer lugar que visitaron. 
 
El mayor de los hijos eligió su propio desafío y fue a trabajar a España, mientras que los 5 hijos restantes del matrimonio emprendieron la aventura de recorrer el mundo en su casa rodante. 

"Comenzamos a buscar en Internet y conseguimos un colectivo de 10 metros de largo que un grupo de amigos había transformado para ir a ver el Mundial de Brasil, en 2014. Estaba espectacular, tenía de todo", recordó Eduardo.

Luego de comprarlo, empezaron a rodar. Años anteriores, el matrimonio había decidido la desescolarización de sus hijos y asumieron la responsabilidad de educarlos en todos los sentidos. "Los preparamos para la vida, no sólo con conocimientos teóricos sino con experiencia", comentaron. 

Además de camas, cocina, heladera, termotanque, mesa, televisor, reproductor de DVD, máquina de coser y todos los elementos propios que se utilizan en la vida diaria, la casa rodante está dotada de baúles con libros, elementos de dibujo y pintura, y varios elementos de aprendizaje.
Por ejemplo, Sol, quien hoy tiene 7 años, aprendió a leer, sola, a los 4 años. "Pasa que al ser tantos, los hermanos se empiezan a imitar y van aprendiendo cosas, por más que uno todavía no pretenda enseñarles", contó.

Desescolarización

"Ya en casa veníamos haciendo el homeschooling, es decir, educábamos a nuestros chicos en casa. Hace cuatro años que estudian con nosotros y, dependiendo de la provincia donde nos movemos, los chicos se preparan para rendir, eso es algo que ocurrió con Marietta, pero va a ir llegando para todos", explicó Lorena.

Añadió que si bien no son docentes, tratan de "dar los contenidos que necesitan por edad. Pero también le enseñamos mucha práctica de lo que es la vida misma, aprenden de todo, no sólo la parte académica sino la parte de técnica, como mecánica, herrería, carpintería, pintura, costura. Siempre llegamos a lugares donde hay gente que nos enseña algo", compartió.

El matrimonio comentó que incentivan a sus hijos con la certeza de que "cualquier cosa se puede lograr, hay que intentarlo". A los chicos les gusta hacer trapecio, así que compraron una estructura de 5 metros, que llevan arriba del colectivo, al lado de las bicicletas, skate y demás. "También hacen tela, tratamos de darles a los chicos todo lo que necesitan. Comenzó como un juego y se tomaron muy en serio la actividad de circo, así hacen tela, aro, trapecio, nos sorprendió para bien", contaron.

Pese a todo, mudarse a la casa rodante fue un proceso en el cual tuvieron que aprender a desprenderse de muchas cosas materiales, porque adentro los espacios son reducidos y tienen que llegar lo justo y necesario.

Viajes y trabajo


En el transcurso de casi dos años conocieron varias ciudades de Córdoba, Salta, Formosa, Buenos Aires, Mendoza, Tucumán y el próximo rumbo está fijado en Brasil.

Cada vez que llegan a un lugar, generan ingresos trabajando: Eduardo, en construcción y arreglos de todo tipo, y Lorena elabora y vende artesanías.
Explicaron a La Mañana que se manejan con la aplicación "Couchsurfing Argentina", que es una empresa comercial estadounidense que ofrece a sus usuarios intercambio de hospitalidad y servicios de redes sociales en todo el mundo.

"Uno pone su perfil, muy parecido al Facebook, pero el sentido es pedir alojamiento en casas. Hay gente que se ofrece a darte alojamiento una o dos noches de manera gratuita; en nuestro caso, pedimos la posibilidad de estacionar en frente de su casa, porque somos siete. ¡Estar en una casa sería una invasión! Otros ofrecen llevarte a conocer su ciudad; es un intercambio cultural, por decirlo de alguna manera", describió Lorena. 
 
Ni bien completaron el perfil, comenzaron a recibir ofrecimientos desde todo el país. Así, en uno de los primeros viajes fueron a Carlos Paz, Córdoba, donde los recibió Mariano. "Es un señor divino, que tiene un hotel y que nos atendió una maravilla", resaltaron. 

"Stich", un inteligente perro mezcla de raza pitbull, llegó a la familia hace un año y medio y se adaptó muy rápido a la vida de viajero. Cuentan los chicos que lo adoptaron como "un hermano más", al punto que Stich rasca la puerta avisando cada vez que quiere hacer sus necesidades y que, al igual que ellos, en cada parada, disfruta de conocer escenarios diferentes.

"La más chiquita se despierta y dice: '¿Dónde estamos?', con todo el sentido que encierra la frase. Si bien la casa que teníamos en Salta nunca la pensamos como algo estable, la idea del motorhome es un gran sueño convertido en realidad", reflexionaron. 

Esta familia rodante atesora cada instante vivido, agradece y lo valora al máximo. Utilizan las largas horas de viaje para fortalecer los vínculos familiares y para reflexionar sobre "cosas de la vida". En esa casa rodante se lee, escucha música, se hace arte, se debate, se aprende, se ama, se extraña y se juega. Pese a no estar arraigados a un sitio específico, los Pedrazza supieron generar las bases para funcionar como familia y tener un hogar.







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