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Milagros en Malvinas: un relato sobre la fuerte presencia de Dios en medio de las balas

Raúl Ramos, sargento retirado del Ejército, relató el día en que rezaron el "Padrenuestro" y una espesa neblina los cubrió dándoles la oportunidad de escapar del cercado británico y llegar hasta la segunda línea de infantería, cerca de Puerto Argentino



En medio de tanta muerte y desolación, la esperanza, la fe y los recuerdos de los seres queridos fueron fundamentales para soportar una Guerra que pudo haberse evitado por la vía diplomática y que después de 37 años confirma la soberanía argentina sobre las islas. Pero así como muchos héroes ofrendaron sus jóvenes vidas en defensa de la Patria, algunos convencidos y otros obligados por el gobierno militar, no fueron menos los milagros que ocurrieron en ambos bandos durante la contienda bélica. A manera de homenaje a los soldados argentinos que desembarcaron en las islas el 2 de abril de 1982, Historias de Vida entrevistó a un excombatiente que relató sus experiencias de guerra y los momentos en que sintió la presencia de Dios en el campo de batalla.Se trata de Raúl Ramos, sargento retirado y uno de los héroes de Malvinas. Es chaqueño, pero asegura que se siente formoseño: hace 36 años que vive en esta provincia. Llegó a esta ciudad siendo muy joven, luego de la guerra de Malvinas en el año 1983, cuando a su compañía le tocó ayudar a personas inundadas junto al equipo del Regimiento de Monte 29. Con 16 años inició la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral, en Chaco. El 1 de abril de 1982, día de su cumpleaños número 18, se enteró que las tropas argentinas pisaron Malvinas."Nosotros estábamos en la Escuela, egresamos del colegio 7 de abril. Mi primer destino fue Monte Caseros, Corrientes, y en ese entonces pensé que nosotros nos íbamos a quedar ahí", inició.Lo que nunca se imaginó Raúl es que todas las unidades del norte se estaban preparando para ir hacia el sur. "Lo que pasa es que en ese momento había un conflicto con Chile, porque en esa época estaba Pinochet como presidente, quien empezó a mover sus tropas. Ellos querían tomar el canal de Beagle", contó.Relató que las unidades del sur quedaron acantonadas en la Cordillera porque en ese entonces se temía un avance chileno. Es así, que las unidades del norte fueron hasta el sur y luego pasaron a Malvinas, mientras que las unidades especiales y mejor equipadas, permanecieron custodiando el límite con Chile."Nunca se pensó que se iba a llegar a la guerra, porque el tema Malvinas es un reclamo que se venía haciendo hace mucho tiempo, en el '82 se cumplían 150 años, y por tratados internacionales, al no pisar tierra de Malvinas íbamos a perder el reclamo. Entonces había que pisar Malvinas y luego dialogar", explicó.El Ejército Argentino fue a Malvinas con la idea de que habría diálogo, sin embargo, mientras continuaban las conversaciones de paz a nivel internacional, inclusive el Papa como mediador, eso le dio tiempo al Ejército británico de avanzar y llegar a las islas."Chile fue quien abasteció a los ingleses con combustibles y demás cosas, más adelante los chilenos lo reconocieron y los ingleses, inclusive, se lo agradecieron. Ese es un dolor muy grande que tenemos los veteranos. En cambio Perú sí nos ayudó, ellos nos dieron tecnología y aviones, incluso los mismos pilotos se ofrecieron a ayudar, cosa que no se les permitió para no involucrarlos. Eso es bueno saber y agradecer", resaltó.Llegada El 25 de abril de 1982, Raúl Ramos, junto a un gran grupo de soldados, pisaron las Islas. "No tuve tiempo ni de despedirme de mi familia. Lo cierto es que sólo dejaban participar a quienes tenían 18 años, pero la realidad es que todos queríamos ir a defender nuestra Patria, para eso nos formaron", contó.Años anteriores, en varias entrevistas de este diario a excombatientes de Malvinas, todos coincidieron en que los correntinos y los chaqueños se llevaron la peor parte. "Sí, porque las unidades que estaban realmente preparadas para enfrentar el clima y el adversario eran las que se quedaron a proteger la amenaza de avance de Chile. Nosotros teníamos un equipo de abrigo normal, era un duvet israelí muy abrigado pero que si se mojaba no se secaba fácil. Y los borceguíes no podíamos sacarnos porque como eran de cuero, si lo hacíamos se endurecían y ya no podíamos ponernos más, así que para dormir sólo aflojábamos los cordones. Muchas veces, por el mismo frío, teníamos pie de trinchera, que es una especie de congelamiento", describió.Fue una guerra inesperada. En esa época estaban incorporados los soldados clase '62 y clase '63 porque existía el servicio militar obligatorio. "A los de la '62 se los volvió a llamar y los de la clase '63 tenían apenas tres meses de instrucción, estábamos mezclados soldados con y sin experiencia, sin embargo, puedo asegurar que los ingleses no entendían y se asombraron del coraje y la resistencia del argentino. Ellos también tenían miedo", expresó. Primera manifestaciónRamos asegura, por su vida, que fue testigo al menos en tres oportunidades de la presencia de Dios.El desembarco les costó muchísimo a los ingleses, les llevó todo un día de combate. Recordó que el 21 de mayo, un día lluvioso, con tormenta, los ingleses a bordo de lanchones y con fuerte apoyo de fuego naval, pudieron desembarcar en San Carlos. Tres secciones argentinas, cada una con 30 hombres, le dieron resistencia, sin embargo hubo muchas bajas.Más allá de que se trató de una cruenta guerra, Raúl asegura que la presencia de Dios se sentía entre ellos. Comentó que en tres ocasiones fueron testigos de manifestaciones divinas. "Esa noche en que los pocos soldados que quedaron en ese puerto se rindieron, me acuerdo que rezamos un Rosario con el subteniente Marcelo Llambías Pravaz, para pedir por el descanso eterno de nuestros camaradas. Nos pusimos todos de rodillas y cuando empezamos a rezar, miramos el cielo y de una manera única las nubes pasaban a gran velocidad y sentimos algo muy potente que nos atrapó a todos. Mientras avanzaba nuestra oración del Santo Rosario, con el jefe a la cabeza, empezó a nevar por primera vez y todos tuvimos la certeza clara de que había muchas otras personas rezando por nosotros, nosotros sentimos la fuerza de la oración de la población argentina", atestiguó."¡Qué raro!, decíamos, pero entendimos que alguien nos escuchaba. Fue el primer testimonio, todo el grupo sintió claramente que alguien nos estaba escuchando. Años después caímos en la cuenta de que en ese mismo momento, toda la población de Argentina estaba rezando por nosotros", recordó.Segunda manifestación Así como las armas, un elemento infaltable para cada soldado argentino fue el Rosario, que también fue protagonista y "salvador".El 10 de junio de 1982 -cuenta Ramos-, en uno de los repliegues de comando traían a un herido, era el teniente Jorge Vizoso Posse de la 602, que decía, volvamos porque quedó uno. Era el sargento Mario "Perro" Cisneros. "Cayeron en una emboscada, estaba Cisneros y Vizoso Posse, que ofrecieron gran resistencia. Cuando caen heridos, vienen los ingleses y con intención de rematarlos le pegan un tiro en el suelo. A Vizoso Posse lo salva el Rosario: una de las cuentas metálicas le hizo desviar el tiro de gracia. El proyectil pega en el pecho, pero sale en el hombro. Así que esa vez, Dios y la Virgen, le salvaron la vida al teniente Vizoso", recordó.El 12 de junio se produjo lo que consideran la batalla más cruenta. Era de noche, había fuego cruzado. Cuenta Ramos que todo el campo estaba iluminado por las explosiones. Luego de tres horas de combate, ven que el Regimiento deja de tirar. Ellos, con una sección reducida a 25 hombres, ofrecían apoyo desde el cerro Dos Hermanas Sur. Al caer prisionero el Regimiento, el enemigo empezó a atacarlos. "En un momento teníamos que replegarnos, empezamos a bajar el cerro, pero atrás teníamos campo minado, entonces quedamos en un valle que estaba detrás del cerro nuestro. Vemos de lejos que una patrulla bajo el mando del subteniente Silva venía en nuestro apoyo, así los recibimos y quedamos todos en un pozo, esperando a que nos ataquen. Estábamos sin salida", contó."En ese momento, el jefe de sección dice 'vamos a rezar para que venga una neblina y podamos salir del pozo', porque el campo estaba todo iluminado. Te puedo asegurar que hay un ser supremo, porque lo que vivimos en ese momento se cumplió. Ese día, cuando terminamos de rezar el Padrenuestro, una espesa neblina empezó a levantarse y cubrió el campo y eso nos permitió replegarnos hasta Puerto Argentino. No podíamos creer lo que estábamos viendo, salimos uno delante de otro, en fila, tomados del fusil porque no se veía nada. Caminamos toda la noche, cuando amaneció habíamos llegado a la segunda línea de Infantería", recordó. "Puedo dar fe que Dios, un ser supremo, estuvo con nosotros", aseguró. Luego de 74 días de combate, Ramos y cientos de camaradas retornaron, sin embargo el contraste entre la despedida y la recepción fue enorme: "Nos fuimos entre aplausos y serenatas y cuando volvimos fue en el anonimato. Eso fue muy duro, no tuvimos apoyo ni contención, muchos se suicidaron", refirió. En la actualidad, Ramos agradece el apoyo de su esposa, Susana, quien continúa siendo su sostén para afrontar los traumas que deja la guerra. Más allá de la ayuda psiquiátrica y psicológica, ella lo ayudó a elaborar un proyecto de ley aprobado por el Ministerio de Educación, que se llama la Causa Malvinas, declarado de interés educativo. La propuesta es incorporar ese contenido de manera transversal. Es decir, llevar la experiencia de la guerra a los colegios, para que los chicos reflexionen que por sobre todas las cosas, siempre hay que valorar la democracia y elegir la paz. "Contar los hechos de la guerra es un proceso terapéutico y que nos ayuda a sanar", aseguró.


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