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Un formoseño intentará hacer cumbre en el Aconcagua

Ricardo Vega se sumó al desafío de alcanzar el coloso de América, junto a siete argentinos. Rumbo a los 6.962 msnm, habló con La Mañana.



Hace poco más de una semana, un grupo de argentinos de diferentes provincias se encontraron para emprender una gran aventura: subir a la cima del Aconcagua, la montaña más alta de América. Uno de los que aceptó el desafío es Ricardo Vega, un formoseño de 34 años. Desde la Plaza de Mulas, un campamento base para alpinistas ubicado a 4.300 metros de altura sobre el nivel del mar, se comunicó con La Mañana.

"Somos ocho en total: dos cordobeses, yo de Formosa y el resto, de Buenos Aires. Vamos subiendo por tramo y con dos guías. Es una locura", comentó.

El Aconcagua es una de las montañas más visitadas del mundo. El deseo de coronar sus 6.962 metros de altura sobre el nivel del mar, convoca anualmente a cientos de andinistas de todos los rincones del planeta. Algunos visitantes practican trekking por las rutas de ascenso, y los más osados asumen la difícil tarea de alcanzar la cima; aunque sólo un 10% lo logra. 

Ricardo se sumó a un proyecto que está en marcha, junto a otros siete argentinos. La última mitad del trecho hacia la cumbre, comenzó el jueves: de Plaza de las Mulas, subirían a Plaza Canadá ubicada a 4.950 msnm. Aunque ya lo habían hecho el día anterior pero sólo con el fin de dejar carpas y alimentos, según explicó Vega.

En los días siguientes, el otro paraje sería el Nido de Cóndores, uno de los clásicos campamentos del cerro ubicado a 5.550 msnm, que a su vez, es el último destino al que pueden llegar los helicópteros con buen clima, en caso de emergencia.

De allí, la próxima escala sería Berlín, a más de 5.950 msnm, y luego llegaría el gran día. Según el itinerario fijado por el "Proyecto argentinos al Aconcagua", el día 14 de aventura, ascenderían a Independencia (6.300 msnm) y cruzarían una gran travesía hasta una cueva para por fin iniciar el ataque hasta la cumbre norte y principal de la montaña más alta de América.

La altura no es para cualquiera, la falta de aire, la presión, el frío que cala los huesos puede ser un gran problema. Por eso, explica Vega, los desayunos abundantes, los controles médicos y el descanso son consignas obligatorias en este desafío que dura al menos quince días.

"Hace mucho frío. A la noche -10 grados o menos. De día, 1°. A partir de los 6 mil metros, la temperatura desciende a los -20 grados. En la cumbre, quizá sea -30", detalló Vega, que decidió vivir la experiencia que le faltaba en los deportes extremos.

"Por suerte yo ando muy bien, la altura aún no me afectó mucho. En cuanto al rendimiento físico, también bien; y la mente, a mil. Esto es hermoso, impresionante.Algunos días marchamos durante más de seis horas, todo en subida. De noche, hay un viento tremendo y mucho frío. Hasta nevó y nosotros, encerrados en las carpitas. Es pura supervivencia, pero es un grupo muy lindo", relató. 

Y antes de quedarse sin señal, remató: "Nos vemos arriba, o a la vuelta".



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