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La tierra, el aire, el agua y el fuego nos enseñan a vivir

Por @TonaGalvaliz



Estos cuatro elementos mencionados en el título se podrían asociar a los cuatro tipos de energías necesarias y disponibles que necesitamos en la vida para accionar ya que no siempre respondemos de la misma manera ni con la misma intensidad por que las situaciones no son iguales y demandan un tipo de energía específica para cada circunstancia particular, ellas son: La estabilidad, la determinación, la flexibilidad y la apertura, que pueden manifestarse en déficit o exceso.

Conocerlas nos permite gestionarnos e ir auto regulándonos de acuerdo a la necesidad de la ocasión.

La vida presenta escenarios en la que debemos dar algún tipo de respuesta emocional, mental, actitudinal ya sea para avanzar, para solucionar, para decidir, para tomar o soltar, dejar ir, requiriendo de nuestra parte una específica y particular emoción, conversación, corporalidad y acción.

Comenzando con la estabilidad, se podría asociar con la tierra y es cuando estamos bien parados en la vida, energía ideal para sostener relaciones personales, laborales, comerciales estables con base sólida, manifestamos habilidades como la perseverancia, la tranquilidad, la armonía, la serenidad, la paz y la corporalidad se muestra con nuestros movimientos seguros y equilibrados y podemos sostener la mirada.

Cuando la energía de estabilidad es excesiva exteriorizamos apego impedidos de soltar, dejar ir, nos mostramos retentivos, somos protectores en demasía o ponemos límites excesivos, con inacción y o comodidad. Nuestro discurso tiene muchos no.

Y por el contrario cuando hay déficit nos sentimos desganados, cansados, flojos, reaccionarios, peleadores, reactivos, nuestra corporalidad es flácida y con un discurso de mucho si, sin poder contextualizar o poner límites.

Podríamos asociar con el fuego la energía de la determinación, cuando nos mostramos apasionados por algo o alguien, cuando somos enfocados y comprometidos, entusiasmados, con una alta capacidad de concentración, cuando tomamos iniciativa o cuando empezamos algo nuevo, cuando somos optimistas, ideal para conseguir nuestras metas, para poner límites, aquí nuestra mirada es fija focalizada, nuestro tono muscular se muestra alto.

El exceso de esta energía es cuando existe la necesidad de controlar, de manipular, de manejar, de ordenar todo el tiempo y no fluir, la emocionalidad típica es de ansiedad, autoritarismo, soberbia, enojo.

En defecto esta energía es cuando hay desgano, cansancio, dejadez, cuando se posterga o abandonan las tomas de decisiones o las cosas.

Hablar de la energía de flexibilidad podríamos asociar con el aire, esta energía invita a fomentar las relaciones y vínculos, ideal para ejercitar el desapego, poder soltar, movernos con soltura y realizar cambios necesarios, para aprender cosas nuevas, explorar, conectar con el placer, el optimismo, la liviandad, el disfrute y gozo.

Cuando esta energía de flexibilidad está en exceso, podemos mostrarnos superficiales, ser triviales, rendirnos con facilidad frente a los desafíos, comenzar algo y no terminar y poca capacidad para comprometerse.

Cuando hay déficit de flexibilidad podemos enojarnos con facilidad, dificultad para cambiar o modificar algo, no intentar probar algo nuevo, estar ansiosos y los movimientos que realicemos se presentan tensos o rígidos.

La apertura asociaríamos con el agua, favorece el escuchar, la capacidad de recibir, de comprender, el conectarnos, disposición para conocer y explorar, nos mostramos tiernos y amorosos, empáticos, conformes, en paz, dispuestos a recibir y aceptar, nuestra corporalidad es relajada.

Cuando hay exceso de apertura nos volvemos dependientes, necesitados de aceptación, dificultad para recibir, buscamos reconocimiento permanentemente, se es servil, o se invade, dificultad para tomar de la vida, damos, damos y damos.

Y en déficit de esta energía, se nota cuando hay incapacidad para escuchar, nos mostramos retraídos, inhabilitados para aprender o desaprender, somos reiterativos y mucha lógica racional.

La vida es movimiento y cada situación requiere su tipo particular de energía, con sus modos y tiempos, es importante saber cuánto, cuándo, cómo, qué y para qué.

 



 

 

 

 

 



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