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"Si te agarro con otro te mato": el machismo también tiene melodía

Hablemos de igualdad: por Heliana Guirado, periodista y licenciada en Ciencias de la Comunicación



La Industria Cultural es parte de un sistema impuesto que fundamenta su forma de vivir en y por el poder económico, donde lo que no se vende no es útil. La música, obviamente por el significado que tiene, es uno de los rubros más intervenidos por las sociedades de consumo.

Max Horkheimer y Theodor Adorno introdujeron el concepto Industria Cultural en la década de 1940. Ambos afirman que el fin principal es vender la cultura. Realizan una crítica a la ideología del dominio y control, teniendo como fundamentos principales a la manipulación y el engaño. De esta manera se anula el significado histórico que tiene, y se da paso al consumismo, ese que promueve la adquisición competitiva y desmedida con el fin de obtener status social.

En este marco,
¿qué sucede con las letras de esas canciones cuando muestran de forma explícita e implícita la sumisión, violencia y estereotipos que giran en torno a las mujeres? ¿Es realmente sólo una canción, o está expresando algo que sucede en la sociedad, poniéndole ritmo y "diversión"?

Cacho Castaña (en una de las piezas más crueles que se hayan cantado) le decía hace muchos años a una mujer: "Si te agarro con otro te mato, te doy una paliza y después me escapo". Como modo de justificar su actitud, expresa: "Cuando quiero, lo que quiero es mío".

Jorge Falcón, uno de los referentes del tango, en la canción "El amor desolado", asegura que se quitó la vida"para no matarla". Aduciendo que su deseo tiene un justificativo, se puede leer en sus letras que todo se originó cuando ella ejerció su derecho de libertad y se fue de la casa que compartían.

El famoso dúo Pimpinela cantaba
"Quiero una mujer como la tele, que hable sólo cuando tu prefieres...prenderlas a control remoto, callarlas tocando un botón y si te fallan o hacen rayas, mandarlas a devolución".

Una de las canciones más recordadas del grupo Guns N' Roses es "Used to love her" ("Solía amarla"). Su letra dice: "Yo solía amarla, pero tuve que matarla. Yo sabía que la echaría de menos, entonces tuve que guardarla. Ella está sepultada en mi patio de atrás".

Acercándonos a estos tiempos, Romeo Santos advierte: "No te asombres si una noche, entro a tu cuarto y nuevamente te hago mía. Bien conoces mis errores, el egoísmo de ser dueño de tu vida. Eres mía (mía mía)" y Maluma: "Estoy enamorado de cuatro babies, siempre me dan lo que quiero, chingan cuando yo les digo, ninguna me pone pero".

Onda Vaga, la banda cuyos integrantes tienen 45 denuncias (hasta ahora) por abuso, refleja en la canción Lolita que su realidad no se aleja del arte que realiza: "No existe el abuso si fue dios quien quiso que encuentre perdido en tus labios sabores prohibidos".

Son muchos los ejemplos que se distribuyen en los distintos géneros musicales que todas las personas, en diferentes partes del mundo, absorben y consumen. Sin embargo, cuando se escucha este tipo de creaciones, la libertad de expresión es el velo que se pone sobre la violencia simbólica, para justificarla.

También se piensa que quien las canta no podría tener jamás un perfil violento o estar a favor de la degradación de las mujeres, sus cuerpos y deseos. Sin embargo, esto no tiene lógica al momento de decidir interpretar una canción escrita por otro, o incluso peor, escribirla.

Más allá del deseo de cada artista, la sociedad juega un papel fundamental porque su aceptación hace que eso se convierta en realidad.

A pesar de que algunos sectores repudien estas creaciones, lo cierto es que se graban en cd's, se reproducen en plataformas y se cantan en conciertos. La televisión, los diarios y redes sociales contribuyen a su difusión. Y para cuando se rechaza, el mensaje ya está siendo emitido cientos de veces en todos lados.

En el caso del arte, el efecto que produce en quienes lo reciben muchas veces no puede ser interpretado como negativo, por los medios que se utilizan. Por ejemplo, cuesta mucho en medio de una fiesta, escuchar que Daddy Yankee está diciendo: "Ella está suelta y nada va a evitar que yo la azote, yo le someto mamita no te equivoques. Te paso por el lao y no he visto roce, ando con pal de locos si se zafa un soplapote", porque hay un contexto que define ese impedimento. 


El sello que plasma en la sociedad este 
tipo de mensajes es grave, básicamente porque:

En el caso de los varones jóvenes, encontrarán en este tipo de letras, una forma de legitimación: "Si él lo dice, tocar a una chica en una fiesta no puede ser tan grave".

En el caso de los adultos violentos, podría ser básicamente un modelo a seguir. De hecho, cuando se conoció el femicidio de Wanda Taddei, muchas mujeres contaron que sus maridos/novios, llegaron a confesarles: "Vas a terminar quemada como Wanda". Este ejemplo sirve para poner de manifiesto que si bien existe una "Teoría de los efectos limitados", que explica básicamente que la sociedad es capaz de seleccionar e interpretar los mensajes que los medios emiten, en la actualidad se ve que la antigua "Teoría de la aguja hipodérmica", que sugiere que "un mensaje con destino específico es directamente recibido y aceptado en su totalidad por el receptor", todavía surte efectos.


Por último, el reggaetón, donde actualmente se puede ver una cantidad enorme de letras misóginas, impone un estilo de vida y accionar "legítimo y aceptado". Al respecto, Horkheimer afirma que los clichés surgieron a partir de la necesidad de los consumidores, es decir, por la exigencia de querer ser aceptados socialmente. Dentro de este ciclo de manipulación y necesidad, es donde el sistema de los medios se reafirma cada vez con mayor fuerza. 

De la misma manera este género, al basar la imagen de sus principales exponentes en el derroche de bienes materiales, la fama, la sumisión y violencia hacia las mujeres, y en general en vidas completamente despreocupadas, logra acaparar la atención de un gran público enajenado previamente por las construcciones sociales de lo que entienden por éxito.




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