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Es un país, no una empresa

Una columna de opinión de Enrique Zanín



El Presidente y "el mejor equipo de los últimos 50 años" pareciera que no aciertan con el rumbo de la economía. Mejor dicho, no tienen un plan económico y quizás el acuerdo con el FMI les ha dado una especie de "plan de emergencia", les ha prestado un GPS al cual seguir estrictamente para no perderse. La ineptitud y la impericia con que se han encarado los principales problemas del país son asombrosas. 

Cuando asume el Gobierno de Cambiemos, con mucho crédito externo a su disposición y crédito político interno más que interesante, no hizo los deberes e intentó un poco más de populismo al que tanto criticaron. El Gobierno de CFK dejó en el Banco Central gran cantidad de "activos sucios", es decir que el dinero que entregaba el BC al Poder Ejecutivo para gastos del Estado, era cubierto por un papel, un documento para ser más claro, como son las Lebacs. Este drenaje elevaba la inflación, que con el aumento del gasto público e incremento del tamaño del Estado, ponía en situación muy débil a las finanzas nacionales. Este Gobierno, en vez de desactivar las Lebacs, destinó el dinero a sostener el gasto del Estado con déficits gemelos récords, implementar la "reparación histórica" para jubilados y pensionados y sostener el cuento del país maravilloso que están reconstruyendo, mientras la desconfianza gana la calle.

Claro está que los 80 mil millones de Lebacs del 2015 crecieron en estos casi tres años a más de 500 mil millones, una bomba de tiempo que el Gobierno trata en poco tiempo de desactivar, pero los números no le cierran. Aumentan el encaje bancario, incrementan la tasa de referencia, ponen diariamente en el mercado millones de dólares, pero ni la inflación ni el dólar se dan por enterados. El recorte de 300 mil millones anunciado, de los cuales 100 MM deberán ser aportados por las provincias, no es la solución, aunque permite cumplir con las exigencias del FMI. El mercado no reacciona y se vienen tiempos peores, y no es alarmista este comentario, porque el hombre de a pie lo sabe. Se perdieron 80 mil puestos de trabajo industriales, se amesetan las obras públicas y se deja sin efecto el FFS -Fondo Federal Sojero-, que representa una pérdida para las provincias de 1.000 millones de dólares para obra pública en lo que queda del 2018 y en el 2019. A su vez, ante el salto del dólar a $ 31, el Gobierno achica los reintegros a las empresas exportadoras y reduce las retenciones a los subproductos de la soja.

El equipo económico está compuesto por CEOs de empresas multinacionales, son personas exitosas en el manejo financiero internacional, pero no tiene idea del manejo del Estado. No se puede recortar gastos como lo haría una empresa, porque en el Estado son muchos los factores a tener en cuenta. Si el consumo sigue en bajada, si se pierden empleos formales, si cierran empresas PyMEs industriales, comerciales y de servicios en todo el país, si los jubilados y pensionados, empleados en general, pierden poder adquisitivo, entonces el horizonte se termina de complicar. Con una inflación proyectada de más del 32%, con un valor del dólar imposible de calcular hoy, con el permanente aumento de tarifas y de transporte, con importaciones sin demasiado control, con una presión tributaria que representa el 31,6% del PBI, no hay desarrollo posible. 

Con tasas de interés tan altas, las PyMEs no podemos descontar cheques ni acceder a créditos para financiar nuestra producción y nuestra evolución comercial. No hay crédito posible simplemente. 

El presidente de la UIA, Miguel Acevedo, ha sido muy crítico al plantear el panorama económico del país. Predijo que "la actividad fabril va a sufrir una recesión muy fuerte hasta fin de año o más". 

El Gobierno debiera rápidamente volver a leer el manual de la economía práctica de manejo del Estado y volver por el sendero de la racionalidad, de políticas creíbles y herramientas que favorezcan a la gente, porque de lo contrario el futuro se oscurece. 

Sin un gran acuerdo nacional, me parece una utopía querer salir del pantano. No puede quedar ningún argentino excluido ni marginado, lo cual requiere una gran dosis de humildad, sentido común y comprensión amplia para el entendimiento final.


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