Durante la jornada, se realizaron distintos talleres en los cuales los asistentes tuvieron oportunidad de exponer libremente sobre las cuestiones que tuvieran interés en describir.

Fueron seis los talleres: Comercio y Servicios; Mujeres Empresarias; Turismo; Industria y Parques Industriales; Economías Regionales y Jóvenes Empresarios. 

Todos los sectores coincidieron en problemáticas comunes, expresando las dificultades de su desarrollo inherentes a factores como la fuerte presión tributaria, el altísimo costo de los servicios de energía y combustibles, la muy compleja accesibilidad al crédito y los altísimos costos de la autofinanciación, la desleal competencia de la actividad ilegal, además de particularidades específicas de cada sector.

Durante una muy concurrida jornada se produjo una apreciación de la problemática PyMe en toda su magnitud, aunque no arrojó ningún dato nuevo ni diferente a las comunes del resto del país. 

En el cierre de los talleres, el Lic. Oscar Antonione, un veterano especialista en PyMEs de la CAME, reconocido asesor y desarrollador de Centros Comerciales Abiertos en todo el territorio nacional, resaltó un detalle no menor: los asistentes fueron muy claros en las exposiciones de los problemas. Se logró un diagnóstico profundo y detallado. Pero no se habló para nada sobre las propuestas para salir del brete en que nos sumió esta crisis.

Y es muy cierto. Todos los planteos escapan de la posibilidad de resolución por nuestra parte. Son temas a resolver por las distintas áreas de Gobierno. Algunas corresponden al Ejecutivo, otras merecen herramientas legislativas. Y casi todas deben tener intervenciones de las distintas jurisdicciones de gobierno.

Antonione lanzó una aseveración que enmudeció al auditorio: todos hablaron sobre temas que no podemos resolver. Nadie habló sobre lo que sí podemos lograr.

Me quedé realmente estupefacto con esto último, porque fue muy razonable la acotación. 

Nuestro sector viene reclamando por distintas soluciones a los graves problemas que enfrentamos cotidianamente. Todos muy ciertos y verdaderamente difíciles de enfrentar.

Este impresionante número de causales negativas que están llevando a los emprendimientos de los diferentes rubros a extremos tan complejos que, en algunos casos resultan en el quebranto de empresas, no nos permite vislumbrar acciones paliativas, imaginar y concretar iniciativas innovadoras de comercialización. 

Nos hemos sumido en la negatividad de la circunstancia y no en encontrar el camino resolutorio.

El remanido dicho que toda crisis implica una oportunidad pareciera no surtir efecto en nuestra línea de pensamiento. Mucho menos en lo actitudinal.
No nos animamos a salir de nuestra zona de confort, aunque esta condición implique el desastre en el corto o mediano plazo.

Desde CAME se le presentó al ministro de la Producción, Dante Sica, un muy bien fundado requerimiento que abarca dos aspectos centrales. En primer término, una propuesta para ampliar el caudal de financiamiento a la empresa consistente en utilizar parte de los encajes bancarios para financiar a través de la banca pública y privada a las PyMEs, a una tasa anual no mayor a 21%. Establecer de inmediato la factura electrónica para descontarla como a un cheque y abrir un nuevo canal de financiamiento. Y, fundamentalmente, devolver a las empresas los saldos técnicos acumulados en la AFIP, actualizados por la misma tasa que ese organismo cobra por deudas atrasadas. 

La segunda propuesta es para sanear los pasivos financieros solicitando la oferta de una línea a través del BICE a tasas máximas de 20-21% para cancelar deudas de las PyMEs con los bancos que aplican tasas superiores al 50% anual. Lograr un acuerdo con el sistema financiero para renegociar las deudas con las PyMEs, dándoles un período de gracia de tres meses y bonificando desde el Estado nacional parte de la tasa de interés. También se solicita poner topes máximos al CFT por créditos personales, descubiertos, descuentos de documento y créditos productivos. Suspender todos los embargos de la AFIP a las PyMEs hasta diciembre. Reformular la actual moratoria con tasas viables y pagables. Eliminar impuestos sobre intereses punitorios y bajar de 25 a 5% el primer anticipo de ganancias. 

Por supuesto, que a todo lo propuesto debemos obligarnos a ser creativos e innovadores desde nuestra condición emprendedora para obtener resultados dinamizadores.