Mientras a través de los medios de comunicación se difunden procedimientos con secuestros de enormes cantidades de droga en distintos puntos de la provincia y el narcotráfico pareciera estar en pleno apogeo, hay adolescentes, jóvenes y adultos que dejan atrás las adicciones y testimonian a diario que la recuperación es posible.
Uno de estos héroes anónimos es Diego David Villalba, que fue capaz de dejar en el pasado el consumo de marihuana, psicofármacos y bebidas alcohólicas y vivir un presente de esperanza, proyectos y servicio comunitario.
Diego tiene 35 años y a los 25 estuvo cara a cara con la muerte. Terminó internado en la clínica psiquiátrica Open Door de Buenos Aires, desde donde lo sacó su padre y lo trajo de nuevo a Formosa. En ese momento había tocado fondo y poco le importaba vivir o morir.
Cuando todo era oscuridad y su vida se desvanecía, se aferró a dos pilares fundamentales para dejar ese mundo de sufrimiento y enfrentar la etapa de recuperación: su familia y la fe en Dios.
Su madre, Efigenia Inés Cano, es ama de casa y su padre, Rodolfo Villalba, se desempeña como empleado de la administración pública. Tiene cuatro hermanos: Eduardo, Pamela, Matías y Santiago.
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