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Alternó sus ocupaciones laborales, de madre y esposa para recibirse de licenciada en Enfermería a los 50 años

Laura Isabel Molina es mamá de cinco hijos y trabajó de portera, cocinera de escuela, cuidadora domiciliaria y empleada doméstica para costear sus estudios y ayudar al presupuesto familiar.



Hay testimonios de vida que ponen de manifiesto que no hay obstáculo que detenga la determinación de una persona por salir adelante, aún cuando el viento parezca soplar en contra y las dificultades generen desánimo.

La propuesta que La Mañana pone a consideración de sus lectores muestra a una mujer valiente que no se rindió ante los inconvenientes y que consiguió la autosuperación con sacrificio, empeño y el acompañamiento de su familia, amigos y personas de buena voluntad. 

La protagonista es Laura Isabel Molina, tiene 50 años y recientemente se recibió de licenciada en Enfermería en la Universidad Nacional de Formosa (UNaF), con la particularidad que debía trabajar hasta en varios lugares, además de ser madre y esposa.  

Laura nació el 22 de setiembre de 1966 en Buenos Aires. Está casada con Alberto Meza, empleado en el área de mantenimiento de una funeraria, y tiene cinco hijos: Romina, Diego, Silvina, Fabio y Rodrigo, este último del corazón, de quien se hizo cargo cuando tenía tres años por la muerte por enfermedad de su hermana Esther y que ahora ya es un joven. 

Si bien Laura es de Buenos Aires, hubo un hecho que la vinculó para siempre con Formosa: conocer a Alberto "Tino" Meza, el formoseño del que se enamoró y se las ingenió para que también se enamore de su tierra natal.

Justo durante la inundación más grande de la historia de la ciudad de Formosa, en 1983, cuando el río Paraguay registró su altura máxima de 10,73 metros, entre fines de mayo y principios de junio, la pareja llegó a la provincia en busca de trabajo y aquí nació José, su primer hijo. 

Pero como las oportunidades laborales eran escasas, volvieron a Buenos Aires tiempos después, pero allá tampoco la situación era mucho mejor. 
Entonces, la familia resolvió regresar a Formosa en 1991. Como Laura y Alberto no tenían trabajo, llegaron dispuestos a desempeñarse en cuanto empleo digno y honrado surja. Ganas de aprender y predisposición sobraban.

"Sin trabajo fijo, estaba preparada para lo que la vida ofreciera, siempre junto a mi compañero de fierro, 'Tino'  Meza. Fui portera y cocinera de escuela, cuidadora domiciliaria de afiliados del PAMI y empleada doméstica con mucha honra, actividades que me permitieron conocer gente extraordinaria que me ayudó mucho. Siento gratitud hacia familias como las de los doctores Treus, Vergara y Nieves", recordó.

Terminó el colegio secundario en el turno noche en la Escuela Nº 56 del barrio San Miguel, de esta ciudad, en 1998, aún con la mayoría de sus hijos pequeños.

La Universidad

Durante 14 años trabajó en la sala velatoria de una funeraria junto a su esposo, pero en horario nocturno, hasta que en 2010 su hijo José le sugirió empezar una carrera universitaria. "Lo primero que pensé fue: '¿Estudiar con más de 40 años de edad?'. Maduré la idea, reflexioné y tomé la decisión de embarcarme en ese proyecto", comentó. 

Ese mismo año comenzó la licenciatura en Enfermería en la Facultad de Ciencias de la Salud, de la Universidad Nacional de Formosa (UNaF), se recibió de enfermera en 2013 (título intermedio) y de licenciada este año.

"Puse mucho empeño y dedicación. Nada fue fácil porque soy madre de varios hijos, esposa y con obligaciones laborales. Pero cuando uno quiere, puede y así me organicé y encontré el tiempo para estudiar. Siempre doy gracias a Dios por poner en mi camino personas buenas y bondadosas como Mayda y Araceli, que me guiaron en todo momento y cada uno de mis profesores", resaltó.

A los 46 años de edad, ingresó como enfermera en el Hospital Distrital Nº 8 del Circuito Cinco en el área de terapia intermedia, donde se encarga de la atención de los pacientes que salen de cirugía, lugar donde lleva cuatro años de servicio.

La flamante licenciada destacó el trabajo que realiza a diario todo el plantel profesional de médicos de las diferentes especialidades y equipo de enfermería en este nosocomio y remarcó que cumple un servicio fundamental en materia de salud pública. 

"Nada fue fácil"  

Reconoció que en más de una ocasión quiso abandonar la carrera, escapar ante las exigencias académicas, pero allí llegaban los buenos consejos y la motivación anímica de su entorno para seguir adelante. 

"Con 50 años me recibí de licenciada en Enfermería y si bien nada fue fácil, la satisfacción es grande. Si uno se propone y aporta lo suyo: compromiso, esmero, dedicación y responsabilidad, Dios se encarga del resto. Gracias a mi familia, amigos, compañeros de trabajo y profesores", dijo. 

También instó a los jóvenes y las personas de mayor que no se priven de iniciar estudios superiores y que se permitan transitar la experiencia desde el amor por el conocimiento y las ansias de superación. 

"Nada es imposible cuando uno se enfoca en su objetivo y tiene el apoyo de sus seres queridos, sobre todo de la familia. En mi caso tuve la suerte de rodearme de personas que fueron acompañando mi formación universitaria. Me costó mucho y eso hace que uno valore las oportunidades de formarse", concluyó. 


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