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Nunca es tarde para estudiar: se recibió de psicóloga a los 51 años

Rosalía Magdalena Cazal es todo un ejemplo de dedicación, esmero, disciplina y superación personal. Nació en la localidad de San Hilario, a los 13 años dejó el campo y fue a vivir con su hermana Ana a la ciudad de Formosa para cursar la Secundaria



No todas las personas tienen en claro en la infancia lo que quieren ser de adultos. La sola pregunta "¿Qué querés ser de grande?" genera en niños y adolescentes incertidumbre e interrogantes sobre el futuro.

Otros directamente ni siquiera se lo plantean y viven el día a día sin metas ni objetivos. Pero la protagonista de Historias de Vida de hoy supo desde pequeña que tenía que estudiar y trabajar para salir adelante, incluso descubrió en la adolescencia su pasión por la psicología.

Lo que hasta ese entonces no sabía era que a veces uno no puede hacer realidad lo que quiere sólo con desearlo. De igual forma, nunca renunció a su sueño y logró convertirse en licenciada en Psicología a los 51 años, luego de formar una familia, trabajar y recibirse primero de psicopedagoga y de licenciada en Psicopedagogía. 

Rosalía Magdalena Cazal es todo un ejemplo de dedicación, esmero, disciplina y superación personal. Nació el 30 de agosto de 1965 en la localidad de San Hilario, distante a unos 70 kilómetros de la ciudad de Formosa.

Su madre, María Felisa Benítez, era ama de casa y trabajaba en la chacra; mientras que su padre, Carlos Esteban Cazal, fue desde comerciante hasta carpintero, electricista, relojero, zapatero y albañil, todo un autodidacta al que le encantaba leer y tenía muchos libros.

Rosalía es la última de siete hermanos: Ana, Mercedes, Cristina, Ofelia, Hermes y Arístides, y a los 9 años tuvo que enfrentar el drama de la separación de sus padres. Pero lejos de quedarse con cuestiones negativas de su infancia, siempre demostró la virtud de ver "el vaso medio lleno", de rescatar lo positivo de la situación.

La mentalidad de autosuperación la adquirió al ver las largas horas que su padre le dedicaba a la lectura en su tiempo de descanso del trabajo, además del espíritu de lucha, sacrificio y entrega de su madre. 

"La regla que aprendimos de papá y mamá era trabajo más trabajo y estudio. Siempre lo vi leer a papá. En casa había libros. Eso fue fundamental para mí. También el ejemplo de mamá, una luchadora, una mujer sacrificada capaz de entregar su vida por sacar adelante a sus hijos", comentó a La Mañana

Hizo la primaria en la Escuela Nº 37 "Profesor Emilio Abelleyra" de San Hilario, declarado Patrimonio Histórico Nacional. Salió de su pueblo natal a los 13 años y fue a vivir con su hermana Ana a los barrios San Miguel, La Floresta y por último en el Juan Domingo Perón. 

Así pudo iniciar y terminar la Secundaria en la Escuela de Comercio "José Gervasio Artigas" en la ciudad de Formosa.

Mientras cursaba los últimos años del colegio, comenzó a trabajar como empleada pública en el Instituto de Colonización y Tierras Fiscales con la categoría 9, la más baja del escalafón general.

A los 18 años conoció al amor de su vida, Jorge, hace 33 años que están juntos y pudieron construir una familia que se completó con la llegada de cuatro hijos: Mery, Paula, Luján y Agustina.

Mery es abogada y escribana, Paula trabaja en la administración pública, Luján cursa el 5º año en el Instituto Santa Isabel y Agustina el 3º año en el San Martín.

"La mejor herencia que podemos dejar a los hijos es la educación"

Tal como lo puso en práctica en su vida, siempre inculcó a sus hijos el valor del estudio, la importancia del trabajo y la capacidad de transformar las dificultades en oportunidades de superación.

"Entiendo que la mejor herencia que podemos dejar a los hijos es la educación. Eso nadie te lo puede sacar y es lo que garantiza una buena formación e inserción en el mercado laboral", remarcó. 

En medio de sus obligaciones laborales, su rol de madre y esposa, terminó la carrera de Psicopedagogía y Licenciatura en Psicopedagogía en la década de los 90', en la Universidad Nacional de Formosa (UNaF).

Ya con dos títulos universitarios, logró ascender a la categoría 23 y presentó su currículum en los ministerios de Educación, Salud y la entonces Acción Social, en la actualidad Ministerio de la Comunidad. Como fue aceptada en todos estos lugares, eligió desarrollar su profesión desde Acción Social y trabajar en la temática de los menores en conflicto con la ley penal. 

Los años pasaron y todo en su vida iba sobre rieles, desde lo familiar y laboral y así se mantiene hasta ahora. Pero todavía esa idea que surgió en su juventud de ser psicóloga se mantenía intacta, hasta que en 2011 se dio la oportunidad de estudiar la Licenciatura en Psicología en una universidad privada en Formosa y no la desaprovechó. 

Terminó el cursado en 2015, trabajó en la tesis durante 2016, hizo la defensa en febrero y el 19 de mayo de este año tuvo su acto de colación.
"Nunca es tarde para estudiar y puedo dar fe de eso. Ahora logré mi realización personal. Fue curioso porque mi vocación de psicóloga la descubrí durante mi crisis adolescente. Como la carrera no la teníamos en Formosa, ni podía ir a estudiar a otra provincia por limitaciones económicas, me fui apropiando de las herramientas que tenía a mi alcance para algún día concretar este objetivo. No renuncié a la idea y gracias a Dios pude hacer realidad ese deseo de superación. Hoy puedo decir que logré todos mis objetivos", concluyó.


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