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Formoseño excombatiente pide continuar lucha por las islas pero diplomáticamente

A días de cumplirse los 35 años de aquella gesta del 2 de abril de 1982, don José Nicolás Altamiranda recordó el dolor de la muerte de amigos, el frío y el hambre.



Este 2 de abril se recordarán los 35 años de la recuperación de las Islas Malvinas y, de manera anticipada, La Mañana brinda un justo y merecido homenaje a los héroes caídos y a los excombatientes que pusieron en riesgo su vida en nombre de la Patria.   

Si bien los formoseños excombatientes fueron numerosos, en esta presentación de Historias de Vida el protagonista es José Nicolás Altamiranda, un hijo del interior de la provincia que sin saber leer ni escribir compartió con sus camaradas el valor de la amistad, la solidaridad en combate, la humildad, la honradez, el sacrificio, la vocación de servicio y el amor por la familia.

Altamiranda nació el 30 de octubre de 1962 en Palma Sola, un paraje que desapareció cuando el errático cauce del río Pilcomayo cambió de rumbo y dio vida al paraje conocido como "Río Muerto", ubicado por la ruta 86, distante a más de 570 kilómetros de la ciudad, entre Guadalcazar y El Solitario. 
Ahora, con sus  54 años, recuerda esos meses de conflicto armado entre la República Argentina y el Reino Unido en las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur. Sólo tenía 19 años cuando fue a combate, sin mayores conocimientos militares, salvo los recibidos en el Grupo de Artillería 3 del Ejército Argentino, en Paso de Los Libres, Corrientes, 45 días antes de la guerra.

"El 2 de abril se recuperaron las islas y nosotros partimos desde Paso de los Libres al día siguiente y llegamos a Malvinas el 5 de ese mes, con escalas en Bahía Blanca y Río Gallegos. Yo estaba por salir en la segunda baja en Paso de los Libres y cuando recibí la noticia lo tomé con alegría, sin saber a lo que iba, con una total falta de conciencia sobre lo que nos iba tocar enfrentar. Nunca me imaginé vivir algo así", expresó.  

El primer bombardeo enemigo que le tocó enfrentar se produjo el 1º de mayo y a partir de allí había que resistir el día a día y con el paso del tiempo los alimentos comenzaban a escasear y las bajas crecían en número. 

"Resistimos hasta el 14 de junio cuando caímos prisioneros al mediodía en manos de los ingleses. 

Ellos siempre atacaban de noche y estaban mejor equipados y preparados que nosotros. De mi grupo éramos 90, todos chaqueños, correntinos y formoseños. Nos enviaron en desigualdad de condiciones, a una guerra que la teníamos perdida de entrada. Fue una guerra inútil y ojalá que nunca más se repita y que la recuperación de las Malvinas sea por la vía pacífica", dijo. 

Como excombatiente, el nombre de José Nicolás Altamiranda está incluido en la nómina de Veteranos de Guerra de Malvinas del Ministerio de Defensa de la Nación como soldado conscripto y también aparece como héroe en el Museo del Ejército Argentino. 

"Estoy orgulloso de haber servido a mi país, pero me hace mal recordar la guerra porque perdí muchos amigos de la vida y hermanos de la Patria. Uno muere sin darse cuenta. Nos mandaron sin preparación. Estábamos en inferioridad de condiciones. Alimentos había en principio pero después las mercaderías no podían pasar y nos quedamos desabastecidos. Pasamos mucho frío y hambre. A los miembros de artillería nos tocaba abrir fuego cuando venían los infantes ingleses con los cañones obuses Oto Melara de 105 milímetros. No quiero volver a las Malvinas porque sería revivir todo de nuevo. Se me hace que voy a ver los rostros de mis amigos fallecidos. Tal vez vayan mis hijos. Fue una guerra sucia, inútil, donde se mató a muchos inocentes. Eso no quita que las islas nos pertenezcan por derecho. Por eso hay que seguir luchando por recuperarlas pero por la vía diplomática", consideró. 

Sacrificio 

Altamiranda proviene de una familia humilde y tuvo una infancia muy sufrida, llena de necesidades básicas insatisfechas. Su madre, Feliciana Gallardo, falleció cuando él era pequeño y su padre, Digno Altamiranda, se dedicaba a tareas de campo pero murió cuando él regresó de Malvinas.

Pero con fuerza de voluntad y una asombrosa capacidad de resiliencia, pudo salir adelante a pesar de todas las dificultades que surgieron a lo largo de su vida, antes, durante y después de la guerra de Malvinas. 

Cuando fue al Distrito Federal Formosa para hacer el servicio militar, le comunicaron que su destino era el Grupo Tres de Artillería de Paso de los Libres, Corrientes, y cuando iba a salir en la segunda baja, le tocó vivir en primera persona el drama de la guerra de Malvinas. 

Pese a ser excombatiente, al regresar a Formosa se encontró con que su realidad no había cambiado en nada y tampoco lo esperaban los aplausos y los honores. "Cuando regresé a la ciudad, sólo tenía un bolsito con poca ropa. Desde acá me fui a Río Muerto un poco a dedo y otro poco caminando. Tenía que pasar a nado el bañado La Estrella. Mi vida siempre fue muy sacrificada. De Río Muerto pasé a Fortín Pilcomayo, que ya no existe ahora, y de allí a la Estancia General Sánchez, en Paraguay, para trabajar. Esa era la vida que no conocía y que tenía antes del servicio militar y la guerra", expresó.

El tiempo pasó y un día lo citaron a una delegación de Lamadrid para una notificación, mensaje que llegó a través de la Radio LRA 20 Radio Nacional Las Lomitas. "No sabía muy bien para qué me mandaban a llamar, pero debía presentarse en la ciudad de Formosa. Me tocó venir a la ciudad pero para eso debía pasar por Fortín Pilcomayo, cruzar por Bajo Hondo, el bañado La Estrella y caminar por Fortín Soledad hasta Las Lomitas. Si pasaba el colectivo antes, había que esperar otro día. Después de dos días llegué. Finalmente me dijeron que era por un empleo y así entré a trabajar en la provincia.  Desde entonces trabajo en mantenimiento y me tocó desempeñarme en este tiempo en diferentes organismos públicos, entre ellos como regente de Mi Casita", señaló. 

Está casado con Ninfa Amelia Sánchez y tiene tres hijos que son el mayor orgullo de su vida: Daiana María Belén tiene 21 años y es soldado en la Escuela de Artillería de Campo de Mayo; Braian Nicolás, de 18 años, trabaja en la construcción; y José Javier, de 17 años, está en el colegio y busca ingresar a la Escuela de Oficiales del Ejército.


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